domingo, 16 de mayo de 2010

CUENTO : NO CONFIAR

Aquella larga mirada me hizo pensar que el sujeto del gabán no había
venido solamente como turista.

Conversaba con el mozo que le había servido el café y giraba
frecuentemente la cabeza para ver si entraba alguien por la puerta
trasera del salón.

Su actitud me pareció sospechosa. ¿Acaso esperaba que alguien lo atacase?

Tal vez se haya dado cuenta que yo lo había estado observando... No sé,
pero me distraje cuando el "bistró" se fue llenando de gente con ganas
de escuchar música y charlar alegremente.

Acabó su pocillo, dejó una buena propina y se fue sin saludar a nadie.
Sabía que muchos de los que allí estaban, habían compartido la excursión
por la costa, esa misma mañana. Pero él no quería intimar con nadie.

Era evidente que tenía entre manos algún negocio muy particular y no
quería correr el riesgo de que algún curioso se entrometiera.

Mis amigas llegaron poco después. Vivaces bien bronceadas y elegantes.
Tenían programada una salida divertida, con buena cena y tal vez un poco
de baile. Así es que nos quedamos apenas un ratito.

La verdad es que nuestra velada se extendió más de la cuenta y llegué a
casa tan cansada, que enseguida me quedé dormida.

Al día siguiente me despertaron estruendosas sirenas y un gran alboroto.
La policía había rodeado la manzana de enfrente y buscaba por los techos
de las casas y en los automóviles estacionados.

Los transeúntes debían detenerse y mostrar su identificación.

Me preguntaba qué habría pasado, cuando sonó el teléfono.

- ¿Mary, te enteraste?

- ¡No, no sé nada! Sólo lo que alcanzo a ver por la ventana. ¿Qué pasó?

- Mirá no sé exactamente. Pero puedo decirte que esta mañana muy
temprano, sacaron un cuerpo bien envuelto del café. ¿Vos oíste algún
ruido?¿Algún disparo?

- ¡Nó, Nó!... Yo no oí nada... Me despertaron las sirenas hace un rato.
Dormí profundamente.

- ¿Ya le avisaste a Sara?

- No Betty. No tuve tiempo todavía. Recién me despertaba cuando
llamaste. Además no sabía qué era lo que estaba pasando. La voy a llamar
ahora mismo.

- Hasta luego. Contame si te enterás de algo más.

Me quedé en la intención, porque unos débiles golpecitos en la puerta,
apenas audibles, me sorprendieron.

¿Quién podría venir a esta hora? Eran apenas las diez de la mañana.
Podría decirse que demasiado temprano para alguien que durmió tan poco y
mal como yo... No estoy acostumbrada a esos tragos que hicieron preparar
esas "borrachinas".

- ¡Ya voy! ¡Ya voy!

- ¡Por favor ábrame! Usted me conoce..... (dijo alguien en un susurro).

Me detuve de inmediato. No conocía esa voz.

- Soy Bertrand, de la excursión.

- ¿Usted ? ¿Qué quiere de mí?

- Perdóneme. Usted puede ayudarme. Hubo un asesinato y como yo soy
forastero... La policía, ¿sabe? ... Tengo miedo. Usted me vió anoche
cuando me iba...

- Sí, pero apenas si lo conozco y a decir verdad, no quiero ofenderlo,
pero no me inspira ninguna confianza. ( Dios mío, qué brutal forma de
expresarme)

- No se preocupe, Mary, sí Mary es su nombre, lo recuerdo. Yo soy una
buena persona. Esos asesinos me persiguen. Confundieron a alguien
conmigo y lo mataron. ¡De buena me salvé! ¡Déjeme entrar por favor!

- Está bien, pase. Pero no crea que podrá quedarse aquí por mucho
tiempo. Mis alumnos llegarán a las dieciséis en punto. Usted tendrá que
irse antes de esa hora. Además no quiero líos con la policía.

- ¿Sus alumnos? No sabía que daba clases.

- Sí soy maestra de dibujo en el colegio y los sábados enseño a adultos
aburridos.

No fue necesario repetírselo. Aceptó unos sándwiches de queso y una
gaseosa y se recostó en el sofá por un par de horas. Luego me dio las
gracias y se fue.

Ese hombre me dejó intrigada. Tenía buen aspecto, excelentes modales y
no parecía un estafador ni integrante de la mafia. Menos aún un asesino.

Me pidió que le comprase un boleto de tren hacia un lugar tranquilo y lo
hice de buen grado. En realidad, recién ahora pienso que lo dejé sólo en
casa durante largo rato, sin siquiera tener en cuenta que era un
desconocido.

Bueno, por suerte no pasó nada. Tengo que llamar a Betty para contarle.

En realidad es bastante buenmozo. Creí no haberlo notado, pero sí lo
noté. Sobre todo su intensa mirada. A decir verdad, parece que él
también se impactó conmigo. Pero... ¿qué estoy diciendo? Era un
fugitivo. Tal vez un hombre que se encuentra fuera de la ley y a mí no
me conviene meterme en líos. Así que cambio y fuera. Pero... ¡Qué linda
sonrisa!

-¿Sara? Habla Mary. Te enteraste de lo que pasó? Nó, no me refiero a
eso. No, No, Bueno, ya sé. Se trata de la persona que mataron aquí
enfrente. ¿Qué? Bueno, bueno, mañana te cuento.

Qué raro, Sara no parecía muy sorprendida. ¿Cómo se habrá enterado? Me
dio la impresión de que había alguien con ella.

Parece que ya son las cuatro. Mis alumnos comienzan a llegar y cada uno
se instala en su lugar de trabajo.

Estas clases son mi mayor distracción, así es que trato de no pensar en
otra cosa y me dedico por entero a enseñar lo que sé.

La noche llegó rápido cuando todos se fueron, trayendo un poco de aire
fresco. Abro la ventana y respiro profundamente antes de cerrar las
persianas.

Este ambiente marino me gusta. Sobre todo cuando no hay demasiada bruma.

El verano es movido. Uno puede conocer gente nueva y otra no tan
desconocida; de esa que viene a pasar la temporada y luego regresa al
"infiernode la Capital".

Pero del invierno prefiero ni hablar. No soporto el frío ni la soledad...

- ¡Hola Betty! ¿A qué no sabés quién estuvo por aquí? ¡Sí! ¡Bertrand!
¡Acertaste!

- Me lo dijo Sara. También estuvo con ella. El se lo contó. Dice que es
muy buenmozo... No consigo darme cuenta de si lo ví alguna vez.

- ¿No sabés si se fue en el tren de las cinco?

- No sé. No me dijo nada al respecto.

- Bueno, Betty tengo que dejarte. Ya es hora de cenar y todavía no
preparé nada. Estoy muy cansada. Hasta mañana.

Luego de una cena frugal traté de dormirme rápidamente pero no pude
conciliar el sueño. Cerraba los ojos y volvía a ver su rostro. Sus cejas
pobladas, su fuerte quijada y nariz perfecta. Su intenso mirar... y ese
mechón de cabello rebelde cayendo sobre su frente. ¿Sus ojos eran
celestes o verdes? Le quedaban muy bien el poullover gris y el ligero
gabán azul. Le daban un aire distinguido.

* * * * *

- ¿Qué? ¡No puedo creerlo! No, ¡por favor! ¡Decime que no es cierto!
¿Sara culpada de asesinato? ¡Es una locura, ella jamás haría eso!
¿Cuántos años tenía el casero? ¿Y no se defendió? ¡Pobre
hombre!...Tendremos que buscarle un abogado...

* * * * *

- Hola Mary, soy yo otra vez, Betty. Disculpame si no te dejo dormir,
pero creo que esto también es importante. La sobrina del casero dice que
él guardaba bastante dinero en su casa y que la billetera no está. ¡Ah!
y que las joyas de su abuela están en una caja de seguridad en el banco.

* * * * *

- Si, soy yo. Conmigo está hablando... sí señor Comisario, ese señor
estuvo aquí sólo un rato y luego se fue de viaje. ¿Que no viajó? Ah, no
sé yo creí quehabía viajado. No, No sé nada más. Con mucho gusto. Buenas
Noches.

* * * * *

La cacería empezó de inmediato. El custodio del banco yacía en la vereda
bañado en sangre. Un hombre joven... ¡Qué pena!

Las joyas de la abuela nunca aparecieron. Cerraron las rutas y avisaron
a las patrullas.

Justo antes de cruzar el puente dos delincuentes fueron abatidos. Por
suerte un solo oficial herido.

Pullover gris, gabán azul, zapatos bien lustrados... Alcancé a oír por
la radio a la locutora que repetía sin cesar "con zapatos bien
lustrados" y la apagué.

Pensé en su intensa mirada y encantadora sonrisa. ¿Cómo pude equivocarme
tanto? Sólo me queda un consuelo: mi amiga Sara no es la asesina.

* Ethel Amato
Publicado en "La Nación" el 11 /8/2003 www.lanación.com.ar
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