domingo, 16 de mayo de 2010

Personaje -2

Llegaba caminando lentamente. Yo diría pesada y dificultosamente.

Apoyada en su bastón y malentín en mano, su opulenta figura no
desentonaba del todo en esa calle del Norte.

Casas bajas antiguas. Casi ningún negocio, en un barrio tranquilo aunque
cercano al activo ritmo de la Rue Nationale.

Al anochecer, cuando los obreros de la construcción salían de la obra
del Diplodoccus, todo era silencio. Sólo alguna que otra vez, bien
tarde, los acordes de un piano próximo, solían a acompañarnos.

De repente ahí estaba. Pobremente vestida y desgreñada, la anciana
golpeaba a intervalos la puerta y el maletín, acompañando con el ronco
grito:"¡André!" "¡Ouvre la porte!"

El susodicho André no oía. Sumido en los habituales vapores etílicos,
dormía plácidamente.

"¡André, ouvre la porte!"

Nuevos golpes. Nuevos gritos.

Ni los vecinos, ni nosotros podíamos volver a dormir.

"¡André!" "¡Sale Ordure!" "¡Ouvre la porte!"

Parecía que André, familiarizado con el epíteto, reaccionaba de golpe y
por fin abría la puerta.

Nuevamente la calma. Hasta el nuevo episodio, cuando cansada de vender
estampitas en la puerta de la Iglesia, retornaba a su casa armando
similar alboroto.

* Ethel Amato
Publicado en "La Nación" -www.lanacion.com.ar/520406

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